sábado, septiembre 23, 2006

Un brindis por los errores, otro por los aciertos

Parece tan absurdo que un ser tan libre se busque cadenas para poder sentirse a salvo...
El hombre, que quizás fue el más perfecto de todos los seres, animados e inanimados, de la creación de algún Dios, parece, al mismo tiempo, el menos inteligente.
Nace tan libre como el agua, ocupando espacios enteros entre atenciones y caprichos, es capaz de volar como el humo, de crear como la propia musa Ingenio e incluso de devolver toda la alegría que se le ha regalado con una sola sonrisa. Es dueño, al fin y al cabo, de todo y de nada. Dueño de sí.
Crece con la intención de hacerse más y más libre, de abarcar más, de volar más alto, todo por poder dar más y más...
En cambio parece preferir quedar atrapado en algo que él mismo ha ingeniado, ya solo nombrará el agua para referirse al dinero líquido que lleva encima, el humo al que pretendia imitar de niño es el mismo que le deja atado a una colilla durante años, las sonrisas quedan relegadas a vivir escondidas en alguna situación graciosa detrás de la espalda de otro viajero del metro...
Por suerte, el hombre, es el mejor de los seres, animados e inanimados, de la creación de algún Dios, y es capaz de caer y levantarse, de atarse y desatarse, de terminar algo para empezar un proyecto aun mejor.
Tt

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

...y, paradójicamente, el hombre es también el único ser capaz de volar más allá de los barrotes de una jaula cuando ésta le ha sido impuesta por otros.

11:26 a. m.  

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